Redescubriendo el sandinismo
Para mi
generación, esa generación de jóvenes adultos sandinistas que apenas y logramos
presenciar el liderazgo de gobernar desde abajo, el desafío por derrotar el
golpe suave de la extrema derecha ha marcado un antes y después en nuestras
vidas.
Al menos por
mi parte, la crisis me ha motivado a integrarme y participar activamente en las
estructuras territoriales del frente sandinista, reunirme con otros compañeros
para analizar y debatir sobre la situación actual del partido, es decir tratar
de aportar y hacer un esfuerzo por defender el proyecto histórico del
sandinismo en estos momentos de adversidad.
Recuerdo, que
recién iniciado el conflicto, yo también fui víctima de la feroz campaña mediática
de la oposición, la confusión en la que estuve inmerso persistió alrededor de
dos semanas y fueron días de mucha tristeza y consternación. Lamentablemente,
tres meses después aún quedan muchos atrapados en el engaño y la frustración.
La campaña de
odio y difamación hacia el gobierno sandinista comenzó desde el año 2007, utilizando
desde el inicio medios muy sofisticados para manipular la opinión pública y
distorsionar los objetivos que pretende alcanzar el gobierno de reconciliación
y unidad nacional. Sin embargo, fue hasta en abril del año 2018 que su
plataforma de mentiras logró desestabilizar el país, provocando la necesidad
colectiva de replantear nuestra estrategia a nivel interno para rectificar
errores y asumir las responsabilidades que nos corresponden en el estallido de
la crisis.
Un paso
importante en ese sentido debe ser abrir de manera amplia los espacios de
participación y promover el espíritu autocrítico para saber identificar las
debilidades y mejorar. La militancia debe reaprender a expresarse libremente
sin temor a ser calificado de traidor. El comandante Fidel Castro lo delimitaba
de manera clara en una reunión con los intelectuales cubanos sobre la libertad
creativa: “Esto significa que, dentro de la Revolución, todo;
contra la Revolución, nada.”
Todos los
aportes son bienvenidos desde una posición de apoyo al proyecto revolucionario
sandinista por la emancipación del pueblo nicaragüense, debemos estimular la
iniciativa y creatividad del militante sandinista para consolidar el proceso y
prevenir otro oscuro episodio golpista. La autocrítica es saludable, cuando se
ejerce con afán constructivo y fraternal.
Los
liderazgos también son importantes, desde la perspectiva que todos formamos
parte de este. El comandante Daniel Ortega es producto de un proceso de lucha
sandinista, es símbolo de unidad inquebrantable, y es nuestro legado a
preservar. Para la derecha global es más fácil dirigir sus ataques hacia las
personas, por la vulnerabilidad del ser humano para cometer errores. No
obstante, debemos estar claros que cuando emprenden sus campañas de odio en
contra del liderazgo más visible, en realidad lo que pretenden es deslegitimar
los principios de la organización armonizada bajo su liderazgo.
En este
caso, lo que la derecha criolla ha pretendido en realidad no es deslegitimar al
presidente de la republica por sus acciones, sino deslegitimar al sandinismo
por sus aspiraciones. Esta sutil ofensiva ideológica fue contenida en gran
parte, gracias a la firmeza de nuestros padres y abuelos (sandinistas
experimentados) quienes fueron formados en el fragor del combate y nos
transmitieron esa fortaleza de lucha inclaudicable.
Precisamente
por ese ataque despiadado a lo que representa el Frente Sandinista de
Liberación Nacional, es que la contraofensiva debe ser enfocada en una
aplicación rigurosa de esos principios revolucionarios. No debemos olvidar que
nosotros nacimos de una lucha por la justicia y la libertad. Procuremos retomar
esos principios con mayor vigor, en nuestro quehacer cotidiano y en nuestras
responsabilidades partidarias.
Ahora nos
toca reconstruir el país y retornar a la senda del crecimiento económico; aprendiendo
a lidiar con una clase empresarial cada vez más codiciosa (COSEP), que se niega
a colaborar para una justa redistribución de las riquezas; partiendo de una nueva
correlación de fuerzas, en la que los pequeños y medianos empresarios pueden
desempeñar un papel protagónico para dinamizar nuevamente la economía del país
con apoyo de las instituciones financieras del estado.
Es necesario
estar claro, que para mejorar nuestras condiciones de vida debemos trabajar
todos en función de levantar económicamente a Nicaragua, recordando que solamente
la auto sostenibilidad económica nos garantiza verdadera soberanía. Entendiendo
soberanía como la capacidad de tomar decisiones que estén en el mejor interés
de los nicaragüenses.
Los
derechistas tienen como banderas de lucha la institucionalidad y la democracia,
para construir una nueva Nicaragua (con ayuda de los gringos). Los sandinistas
tenemos como banderas de lucha asegurar las necesidades básicas de los
ciudadanos nicaragüenses, a través de una economía robusta que impulse la
creación de empleos para garantizar una vida digna y la profunda convicción que
los nicaragüenses somos los que debemos resolver nuestros problemas y aprender
a convivir en paz, sin imposiciones de fuerzas foráneas.
Las
prioridades propuestas por los intelectuales derechistas y empresarios
oportunistas parecen ahora no encajar en la situación de emergencia en las que
nos han sumergido. Todo el odio que han sembrado, lo cosecharan en las próximas
elecciones, si es que se atreven a quitarse las máscaras de sociedad civil y
organizarse políticamente para competir contra nosotros.
Mientras
tanto.
¡Qué se rinda
tu madre!