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miércoles, 21 de noviembre de 2018

Inquietudes democráticas


Los nicaragüenses tenemos un pésimo historial en atender con sabiduría conflictos sociopolíticos, evidenciando una poco desarrollada inteligencia emocional. El ejemplo más reciente fue el fracaso del Dialogo Nacional, una plataforma que se tornaba interesante para que dos fuerzas antagónicas desarrollaran iniciativas en conjunto por el bienestar y la cohesión del pueblo. Al final, lo que hicimos fue exponer de manera pública nuestra escasa capacidad de dialogar.

También tenemos la tendencia de simplificar nuestras fallas como sociedad, culpando a la clase política de todos nuestros males. Es decir, evadimos toda responsabilidad y solamente nos preocupamos por el rendimiento de cuentas.  Una forma muy infantil de abordar las deficiencias de nuestra democracia y el manejo de los recursos públicos. El resultado de esta forma pensar es creer que la solución a nuestros problemas es un cambio de personas en el poder.

¿no será tal vez mejor idea cambiar el diseño de las estructuras de poder?

El Frente Sandinista de Liberación Nacional hizo un experimento social al respecto, con la intención de establecer un modelo de democracia directa. Es meritorio el hecho que al menos intentaron hacer algo nuevo, conocido como los Consejos de Poder Ciudadano (CPC). He de señalar que yo nunca pertenecí a tal estructura y por tanto mi análisis será muy superficial.

Tengo entendido, que los CPC fueron una iniciativa del gobierno sandinista para organizar a las comunidades y crear espacios de participación para la auto gestión de los recursos públicos. En teoría algo muy noble y novedoso, pero aparentemente con muchas deficiencias en la práctica.

El error mas visible fue politizar este tipo de organizaciones y vincularlo de manera directa con el partido político, cuando la relación debió ser pueblo-Estado, sin mayores connotaciones propagandísticas con el objetivo de crear las condiciones para institucionalizarlo. Una vez la esencia pluralista fue corrompida, rápidamente la organización fue percibida en el mito popular como una intromisión del partido gobernante en la vida privada de las comunidades.

Claro el asunto es delicado, y se aplaude el esfuerzo bien intencionado, pero no debemos conformarnos con el colapso de los CPC y tampoco esperar que la solución provenga nuevamente desde el Estado. Actualmente, quedaron como residuos de los CPC, los Comités de Liderazgo Sandinistas (CLS) en los barrios y comunidades, cuya razón de ser es, la organización de los sandinistas en el barrio para atender las necesidades del territorio.

Es importante reflexionar sobre estos temas de participación ciudadana y democracia directa porque tenemos una democracia representativa que forma ciudadanos pasivos y apáticos hacia asuntos que nos afectan a todos como nación. Lo que me recuerda una famosa frase cuyo autor desconozco: “Si votar cambiara algo, sería ilegal”.

El colmo es que asistimos a elecciones con propuestas abstractas y ciertamente muy limitadas que, al momento de ejercer nuestro derecho al voto, lo hacemos intuyendo que la estabilidad política y el crecimiento económico es una formula razonable para alcanzar la prosperidad en el país.

Por otro lado, está la disposición de participación por nuestra parte en la toma de decisiones en la esfera pública. Recordemos que la democracia representativa nos hace ciudadanos perezosos que a duras penas salimos de nuestras casas el día de las elecciones. Hemos adoptado un estilo de vida cuya agenda solo incluye espacio para el trabajo y actividades relacionadas a la vida privada. Evidentemente, un esquema diferente en las estructuras de poder para desarrollar una democracia más incluyente requeriría sacrificio de tiempo de nuestro lado.

¿Se imaginan una sociedad en la que todos tengamos algún grado de incidencia en las decisiones que se tomen al más alto nivel político?

Pues suena bastante justo, si tomamos en cuenta que en los modernos sistemas capitalistas todos aportamos con nuestros impuestos para el buen funcionamiento del aparato estatal. En ese panorama, los políticos serían auténticos servidores públicos, ejecutores de las decisiones que tomamos en colectivo.

Democracia, es un concepto que está de moda en Nicaragua. Si debatimos a profundidad el tema, nos damos cuenta, que la democracia no se debería limitar a temas de transparencia y separación de poderes. Si somos los suficientemente creativos podemos ir más allá e innovar con nuevos modelos democráticos.

lunes, 12 de noviembre de 2018


Ya es hora de radicalizarse

En Nicaragua todavía vivimos en el medio evo, con una mentalidad de reyes, príncipes, aristocracia, obispos y plebeyos. ¿será posible que a los revolucionarios nos toque hacer la revolución burguesa? En la Rusia zarista no fue necesaria esa transición, pero a largo plazo la revolución socialista eventualmente fracasó estrepitosamente.

La principal característica política de un sistema feudal es el establecimiento de una casta con privilegios, que tiene como resultado trafico de influencia y corrupción. Tal sistema, premia al más astuto y sagaz, condenando al que se mantenga al margen de la dinámica, salvo raras excepciones.

Dicha situación puede generar graves casos de injusticia, para aquellos que no cuentan con privilegios ni con acceso a una persona con privilegios. Los privilegios en el tardío medio evo nicaragüense tienen diferentes fuentes a saber:

-Familia influyente
-Posición política
-Gran Capital

El Gran Capital tiene privilegios inherentes al sistema económico, es decir, sus privilegios se encuentran garantizados por una acumulación de capital basada en la explotación de los trabajadores asalariados, algo popularmente conocido como capitalismo.

La posición política y la familia influyente tienen privilegios que provienen de un punto en común: el poder. Ante tal panorama, un sector de la clase popular trata de tener algún acceso a estas fuentes de privilegios de manera indirecta, entendiendo que solo de tal forma se les brindara un servicio de calidad en las instituciones públicas. Estas son malas noticias para los desafortunados sin ningún tipo de contacto con las estructuras de poder, pues se exponen a ser relegados. 

En teoría los revolucionarios debemos luchar contra ese sistema oprobioso, y para tal fin, conquistamos el poder. En Nicaragua los revolucionarios tenemos el poder, pero no hemos podido desmantelar un sistema viciado que de alguna forma ayudamos a construir con los liberales por fines de sobrevivencia.

En condiciones adversas la sobrevivencia es prioridad, y el frente sandinista en un contexto internacional sumamente complejo para las fuerzas revolucionarias, hizo lo que considero necesario para sobrevivir, pagando desde mi perspectiva un alto costo. En la era soviética de Stalin, el líder bolchevique decidió hacer un pacto de no agresión con los nazis liderados por A. Hitler, por fines similares de sobrevivencia con los resultados ya conocidos. Cuando los revolucionarios manipulamos los principios por fines prácticos, las consecuencias son fatales.

Ante nosotros pues tenemos un interesante desafío, ante el cual todos los sandinistas debemos reflexionar. Tomando en cuenta que al frente tenemos a una oposición política de ultraderecha que se encuentra haciendo grandes esfuerzos para reorganizarse y aprovecharse de nuestras debilidades para conquistar el poder. Ellos, los que genuinamente disfrutan de un sistema con características feudales y pretenden perpetuarlo hasta el fin de nuestros días están al acecho.

Los revolucionarios que, por otro lado, repudiamos dicho sistema debemos tomar acciones encaminadas a poner en práctica lo que pregonamos: el pueblo presidente.  Entiendo que tales afirmaciones que en este espacio personal expreso pueden sonar un poco duras, pero creo que ya es hora radicalizarse.

Ya es hora de radicalizar el amor a nuestra patria.