La
política ha renacido en Nicaragua
“La
juventud ha despertado”, era un típico enunciado para describir lo que estaba
ocurriendo en el país a finales de abril del año 2018. Una juventud que
aparentemente carecía de organización y liderazgo, la cual de manera
improvisada tuvo que articular esfuerzos para tener una representación en el
Dialogo Nacional. Al menos esa fue la percepción general.
Existe
un planteamiento, nada descabellado, de que los jóvenes que planificaron las
protestas de las reformas del INSS, son producto de laboratorios de pensamientos
financiados por los Estados Unidos de Norteamérica. Es decir, esta es una tesis
que invalida la creencia del fenómeno de los auto convocados y afirma que son
jóvenes que han recibido una formación política por parte de Organizaciones No
Gubernamentales (ONG) y partidos con orientación derechista.
Sin
embargo, existe un punto importante a destacar, sin el cual hubiera sido
imposible desestabilizar el país. El factor de solidaridad espontanea, ante la
presencia de una injusticia. Las reformas impactaron la sensibilidad del
pueblo, y observar la severa represión que sufrían los que se atrevieron a
protestar (planificado o no) era indignante. Es cierto que los dirigentes de la
oposición plantearon objetivos golpistas, pero lograron hacerse escuchar por el
gobierno gracias al levantamiento de un pueblo irritado y confundido.
El
gobierno eventualmente restableció el orden apoyándose en policías voluntarios,
sin dejar espacio a sentimentalismos o formalidades jurídicas, cumplió con su
deber. Los tranques fueron desmontados, lo que no ha tenido reversión es el
creciente interés por los asuntos políticos del país en las nuevas
generaciones. Tanto de sandinistas, como de opositores en sus diversas
expresiones (derecha e izquierda moderada). El sandinismo ha resultado ser,
después de todo, una izquierda dura.
La
reciente curiosidad política por parte de los jóvenes es un fenómeno sumamente
interesante y saludable. En los tiempos neoliberales el arte de la política fue
gravemente degradado, y provocó el desprecio hacia la clase política por una
amplia capa de la población. Luego, en la llamada segunda etapa de la revolución
sandinista, el interés por la política fue adormecido y desactivado a través de
las regulares alocuciones de la vicepresidente de la república de Nicaragua,
Rosario Murillo.
Irónicamente,
su airada reacción manifestada en los medios de comunicación oficialistas fue
un factor que contribuyo desde el punto de vista psíquico al aumento de la
rebeldía. Los minúsculos aparecieron y con ellos, una nueva configuración
política en la conciencia de muchos nicaragüenses. Lo queramos o no.
El
Frente Sandinista de Liberación Nacional, en el imaginario popular, estuvo al
borde del abismo. El capitán del barco logro maniobrar en la tormenta, y sus
cualidades históricas salieron a relucir, despertando la admiración en todos
aquellos que nunca habíamos sido testigos de su temple de acero. Los minúsculos
se replegaron, pero el debate en el pueblo sigue abierto. El derecho a reunión
pacifica no requiere permiso de la policía.
En
el lenguaje marxista convivimos bajo el alero de una democracia burguesa. He de
aclarar, para los que no sabían, los marxistas abiertamente desprecian la
democracia burguesa. Sin embargo, mantener la fachada de una democracia
burguesa con sus instituciones y división de poderes puede generar expectativas
que no son satisfechas.
En
la visión estalinista del marxismo, la verticalidad y concentración de poder es
adecuada. De hecho, a pesar de la impopularidad de Stalin, uno de sus mayores
logros fue la transformación económica de la URSS, convirtiéndola al cabo de
unos años en una superpotencia. La censura y opresión a manifestaciones
disidentes era un rango distintivo de los bolcheviques, en Stalin alcanzó su
máxima expresión.
La
pregunta que cabe hacerse es, ¿en qué tipo de democracia queremos convivir los
nicaragüenses? Las repúblicas soviéticas proclamaban desarrollar democracias
populares. La dictadura del proletariado concebida en el seno del marxismo
leninismo no suena muy atractiva, sin embargo, en Cuba y China han logrado
prevalecer y ganarse el consentimiento del pueblo.
Si
tenemos amor a la patria, debemos también cultivar el amor entre hermanos. Mis
disculpas si los sandinistas hemos pretendido monopolizar ese amor patrio, pero
nuestros orígenes a veces desenfrenan nuestras pasiones. Parece ser que estamos
atravesando una situación de post trauma, y la polarización continúa
imponiéndose.
Para
mejorar nuestra calidad de vida material la economía debe retomar su ritmo de
crecimiento, pero las necesidades espirituales también deben ser atendidas.
Espiritualidad en el sentido de pertenencia a una colectividad. Es decir,
aspirar a tener una democracia incluyente y participativa. Una democracia en la
cual los asuntos públicos, no sean manejados a discreción por los políticos,
sino sean debatidos y consensuados con la ciudadanía.
Aquí
no ha cambiado nada, pero existe una disposición casi intuitiva a cambiarlo
todo. Los reaccionarios conciben los cambios en términos de beneficios
personales, los revolucionarios pensamos en cambios estructurales. Necesitamos
una reingeniería social camarada.