Los grandes
medios de comunicación han promovido por muchos años un sutil engaño que ha
calado en el pensamiento del pueblo latinoamericano, el cual consiste en hacer
creer que la democracia representativa es la única democracia posible y por lo
tanto cualquier alternativa a esta se debe tachar como dictadura.
La realidad es
que la democracia representativa abanderada por los norteamericanos no es la única,
ni es la mejor. Existen alternativas más consistentes como la democracia
directa que verdaderamente dan al pueblo poder de decisión pero que se deben
construir con paciencia y convicción revolucionaria.
Los flagelos de
la democracia representativa son muchos a pesar de su apariencia inmaculada, y
es mi deber exponerlos para aquellos que piensan en esta democracia como la
bendecida por “Dios”.
Para empezar
esta democracia parte de una falsa premisa que es la “libertad de escoger”. Uno
piensa que escoge pero en realidad es vilmente manipulado por propaganda
dirigida a los instintos y no al razonamiento como con cualquier producto comercial de esos que te venden en tv
offer.
Una vez sentado
que esta democracia se basa en marketing y no en la capacidad de los candidatos,
tenemos que él que tiene mayores oportunidades de ganar no es él que tenga las
mejores propuestas sino él que venda mejor su producto, convirtiéndose así la
famosa fiesta cívica en una gran Estafa.
Al final del día
de votaciones regresaras a tu casa contento por haber ejercido tu derecho al
voto y nada más. Porque en la democracia representativa solo existe democracia
un día, porque el presidente que elegiste no te priorizara a ti, priorizara a
los grandes inversores que financiaron su campaña. Porque tendrás que esperar
otros cuatro años para tener ese espejismo de democracia otra vez.